Después de un rato pensándolo, tengo claro que quiero una hamburguesa de un euro. Si es de ternera o de pollo... lo dejo para el momento. Da igual, quiero comer.
Una vez que la tengo voy por la calle, creyéndome cosmopolita, un neoyorkino mas (JA!).
Voy andando, subiendo, esperando a que alguna de las chicas con las que me cruzo me sonría, me pare y me pregunte:
- ¿Que haces?
Está claro que quiere conocerme.
Mi anhelo volvió a tomar su propia decisión, independiente de la mía.
Sigo andando, llego a mi casa y escribo esto.